Por Atziri Zavala
Cada 8 de marzo, el mundo se une en una sola voz: es el 8M, el Día Internacional de la Mujer. Más que una fecha en el calendario, es un pulso que nos recuerda la lucha incansable por la igualdad y el empoderamiento femenino. ¿Sabías que este día no solo celebra los logros alcanzados, sino que también nos sacude con un llamado urgente? Sí, aún hay desafíos que enfrentar.
La historia del 8M no es un cuento de hadas, es una crónica de resistencia. Sus raíces se hunden en la lucha por los derechos laborales y la igualdad de género. A lo largo de los años, ha mutado, se ha transformado, convirtiéndose en un símbolo global de la resistencia femenina y la búsqueda de un futuro más justo.
Retrocedamos al principio del siglo XX. Imagina un mundo en plena industrialización, donde la conciencia social comenzaba a despertar. Fue en este escenario que el Día Internacional de la Mujer echó raíces. ¿Un ejemplo? El incendio de la fábrica Triangle en Nueva York en 1911. Un trágico suceso que reveló las condiciones laborales precarias y la cruda desigualdad de género.
Las primeras manifestaciones del 8M no se andaban con rodeos. Exigían mejores condiciones de trabajo, el derecho al voto, igualdad de oportunidades. Y a medida que el siglo avanzaba, la lucha se expandió. La violencia de género, la discriminación, la representación política... temas que hoy nos siguen resonando.
A lo largo de la historia, mujeres valientes se negaron a seguir el guion establecido. Desafiaron las normas sociales y dejaron una huella imborrable. ¿Nombres? Simone de Beauvoir, Frida Kahlo, Marie Curie. Mujeres que inspiran, mujeres que transforman.
¿Te das cuenta? Estas mujeres, y muchas otras, allanaron el camino para las generaciones futuras. Nos demostraron que no hay meta inalcanzable para una mujer.
Hoy, el 8M sigue siendo un faro en la oscuridad. ¿Por qué? Los desafíos persisten. La brecha salarial, la violencia de género, la falta de representación femenina en puestos de liderazgo... problemas que exigen soluciones urgentes.
Pero no todo es sombra. Hemos avanzado. Las mujeres han ganado terreno en la política, la educación, el mundo laboral. Sin embargo, no podemos bajar la guardia. La igualdad de oportunidades debe ser una realidad para todas.
El 8M se vive en las calles, en los eventos, en cada rincón del mundo. Manifestaciones, marchas, eventos diversos. En muchas ciudades, las mujeres alzan la voz, exigiendo igualdad y justicia. Un espectáculo de fuerza y unidad.
Pero no solo marchamos. También celebramos. Conferencias, talleres, eventos culturales. Espacios de diálogo, de reflexión, de colaboración. Porque juntos, impulsamos el progreso hacia la igualdad de género.
El 8M nos recuerda que la lucha no ha terminado. Pero también nos invita a celebrar los avances, a renovar nuestro compromiso. Un futuro más justo e igualitario nos espera. La igualdad de género no es solo un derecho. Es el motor del desarrollo sostenible. Al empoderar a las mujeres, construimos un mundo más justo, próspero y pacífico.
10/03/2025
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